El Celular – Parte V

Comienzo a revisar el chat y Pedro le había comentado que él también vivía por ahí cerca. La persona que tenía vinculada la cuenta del WhatsApp era el mismo dueño, y lo caché porque le envió una foto del pico como incitándolo a lo que venía. Ya sabía hasta diferenciar el pene de uno con otro. Me estaba volviendo gay. El golpe al cerrar la puerta del baño me saca de lo ensimismado que estaba. Había olvidado por unos segundos que el pendejo estaba aquí.

-Oye, tu pene es super rico y peludito- me dice al entrar al living -hariai el segundo round y me la poní?- se baja ese shortcito corto en lo que se da vuelta y me muestra ese culito que había visto en vídeos -Quedé súper caliente-

Escuchar eso me hizo pensar que si quería culiármelo, pero no ahora. Ya asumía que la mamada que me pegó me había vuelto gay. Lo miro sin responderle y vuelvo a ver el celular. El dueño y Pedro estarían acá en 15 minutos. El pendejo me pregunta si lo haría, y le respondo que no ahora. Me pasa la toalla húmeda con la que se lavó, se sube el shortcito y me pregunta por el celular. No sabía qué decirle así que le dije la verdad.

-Javi, te lo puedo devolver mañana? Uno de mis vecinos está metido en esta weá y no puedo simplemente hacerme el weón- me paro, tomo el celular y le muestro su foto.
-Complicado si es así. No vai a estar culiándote a ese loquito también po- se para un poco indignado y se dirige a la puerta.
-No pasa ná. Si es hablar con él y que se cuide. Y lo mismo es para ti. Eri bastante chico como para prestarte para weas así- me notaba con una real preocupación. Baltazar, así se llamaba este culiao, un maldito por crear un ambiente tan tenso.
-Yo te hablo y coordinamos. Puede ser acá mismo…- me paro y lo guío hasta la reja.

El pendejito se muerde el labio, y me pega un agarrón de paquete. Creo que el nerviosismo de ahora igual hizo que se mantuviera flácida. Me da un abrazo y se retira. Lo veo alejarse mientras mueve sus nalgas en ese short tan apretado. Ese trasero debía ser mío. Espero a perderlo de vista y me dispongo a entrar a mi casa cuando aparece en la esquina contraria Pedro. Venía mirando su celular. Camina hasta pararse fuera de mi casa, alza su cabeza y me encuentra con la mirada. Vestía un buzo y polera del Manchester con unas zapatillas Yeezy. Lo más cuático era que su miembro se marcaba hacia la derecha casi en 90 grados, como si se le hubiera parado hace poco y se le acomodó así después.

-Wena, hermano!- me dice en un tono muy amigable. Se acomoda el buzo un poco, y su verga vuelve al ángulo normal. No quería pensar que estaba acá para que se lo culiaran.
-Hola- le digo nervioso -en qué andai?-
-Me iba a juntar con alguien pero caché que me dio la dirección de tu casa, weón. Cachai qué vola?-

No sé si fue todo lo que me estaba pasando pero a lo único que atino es a mirarlo con cara culpable.

-Creo que caché una weá, weón- le digo con un tono muy bajo -Pasa y te cuento- le abro la reja para que entre.

Me sigue mientras saca su celular y en la entrada a mi casa se detiene súbitamente. Un olor a perfume de hombre invadió mi casa.

-Hermano, me bloqueo- me dice triste. Sus ojos azules se pusieron vidriosos de una. Ese perfume venía de él.
-Cómo que te bloqueó?- le digo impactado. Saco el celular de Baltazar, me meto al WhatsApp y me percato que había recuperado su cuenta, y que había cerrado sesión en el resto de dispositivos.
-Puta la weá- exclama mientras cierro tras él -siempre me pasa lo mismo. Me citan y me dejan plantado- pega un gritito de enojo. Me parecía súper raro como se estaban dando las cosas y no sabía si estaba ocultando bien mi ansiedad. El olor me estaba incomodando e internamente también maldije.
Respiro hondo, y lo invito a sentarse en el comedor. Al loco se le nota la media raja cuando posa su trasero en la silla.

-Querí un vasito de bebida?- le hablo mientras abro la puerta del refri. Yo igual necesitaba un poco de azúcar para calmarme. Me sentía extraño.

Dejo dos vasos en la mesa junto con la botella y él mismo nos sirve. Se toma al seco uno, y se sirve otro. Se lo toma y le cae un poco en su polera de fútbol. La tela se le pega en una de sus tetas de hombre.

-Puta la weá…- repite con voz tristona. Me levanto y le traigo el paño de cocina para que se seque. Se saca la polera y deja sus rollitos a la vista. Ningún pelo en el cuerpo, ni en el ombligo ni en su espalda. Nada de esos pelos que surgen arriba de las nalgas. Su cuerpo era lampiño, potón y con una verga de ensueño.

Creo que reflejé en él a mi yo de años atrás. No soy tan agraciado físicamente pero tengo cara super masculina y a veces me visto bien. Soy super peludo y sin mucha guata. Tengo la tula gruesa, y super recta, y un glande no tan grande como los actores porno. Cuando me salía un culión con una mina me preparaba harto, y a veces con nudes y todo quedaba pagando. Su cara de frustración lo decía todo. A semejante joven le iba mal en el amor y el sexo. Ya había bloqueado por unos instantes a Baltazar. Nunca había sentido empatía por este flaite y ahora me daba pena.

-Qué me queriai decir?- me percato que se seca un ojo al hablarme. Se le habían puesto sus cachetes rojos. Debió haber tenido un torbellino de sensaciones por todo lo ocurrido. Mi único consuelo al final era saber que era yo quién sabía todo lo que ocurría.
-Eri gay?- le pregunto luego de mirarlo detenidamente.

Pedro se para con horror en la cara.

-Qué me estai diciendo, hermano- se levanta de la silla.
-No, weón. No te exaltí- me paro también. No quería que esto se saliera de control pero sentía la obligación de decirle lo que pasaba.
-Tú me estabai escribiendo por Whatsapp?- me increpa -qué weá?! Queriai puro verme la tula?- me sube el volumen de su voz. Si bien la situación era compleja, no quería pelear.
-Primero, no quiero problemas- abro mis brazos como mostrándome sin nada en las manos -te voy a contar algo, pero es para que no repitiai las mismas weas otra vez-

Saco el teléfono de mi bolsillo, entro a la galería y me percato que al inicio de todo había un vídeo que me había mandado Javier. No era momento para reproducirlo, ya que si lo hacía mal, quizá terminaba con un ojo morado, o peor aún, apuñalado. Deslizo un poco y le muestro su última foto en la que sale mostrándose en bóxer. Sentí un cosquilleo en mis cocos y eso que me la habían chupado recién.
Su cara de vergüenza fue inminente. Se sienta, agacha su cabeza y clava su mirada en el vaso frente a él. Su aroma ya estaba en toda la cocina. Dejo el celular encima y le reproduzco el otro vídeo donde sale él corriéndose una paja y termina sobándose el ojete con uno de sus dedos, lo que hace que eyacule. Luego hace eso de golpearse el ombligo con el pico y suena tan rico. Mi pene estaba reaccionado lentamente, así que me distraigo mirándolo. Su cara estaba tan roja, que hasta sus orejas se habían colorado, y fue peor cuando en el vídeo se limpia el moco que le había caído y se ve su cara. Debe ser frustrante que te expongan de esa manera pero había consecuencias más graves. Sigo deslizando y toma mi mano, haciéndome parar.

-No sigai, por fa- se estaba apagando su voz.
-Weón, no podí estar haciend…- le estaba diciendo cuando Pedro me interrumpe.
-Soy maricón- me confiesa -creo que me gusta que me la pongan- se encoje más de hombros y queda como minimizado en ese cuerpo tan grande que tiene.

Algo se prendió en mí, algo que estaba empezando a quemarme desde adentro. Flaite culiao bonito para decir que era gay. No sé cómo será salir del clóset pero este loco estaba buscando hacerlo, y haberlo pillado, hizo que soltara la pepa altoque.

-Esta bien po, mi guachito- lo abrazo -no tení que sentirte mal por ser gay. Esas weas no se eligen. Solo son.

Mis propias palabras estaban produciendo algo en mí. Le sobo la espalda y lo aprieto unos segundos. Él me devuelve el abrazo y pone su cabeza en mi cuello. Su cuerpo estaba caliente y su olor de perfume tan varonil era un éxtasis. Se me estaba empezando a parar el pico, y mientras lo abrazaba, me acordaba del vídeo en que este flaitecito se metía los dedos. Su culo gordo y parado me hacían pensar que faltaría pico para llenarlo. Pasamos así unos segundos cuando vuelvo en si y veo el teléfono que se apaga de golpe. Lo tomo y no reacciona, sabiendo que aún le quedaba carga. Estaba muerto. El flaite me mira extrañado.

-Oe, pero lo que mandaba entonces lo veíai tú? También erí fletito?- su tono de voz volvía a ser el de siempre.
-No sé qué weá me está pasando- me vuelvo a parar, esta vez sin miedo de mostrarle la tula parada entre mis piernas -encontré este celular hace poco y caché que tenía mucho material grabado de sexo entre weones, y tanto verlo ya me pasan cosas. No sabía que erai tú hasta hoy, y caché que el dueño del teléfono te habló de otro lado.

Pedro con esa cara redonda mostraba sorpresa e incredulidad. Era evidente que no me compraba lo que decía. Toma el celular y cacha que está apagado.

-Oh, hermano. Eso es cuando lo bloquean por IMEI, se perdió todo- me lo dice con voz preocupada.
No tenía cómo explicar más. Había perdido toda prueba de que ese teléfono no era mío.
-Ya, haré que te creo- comienza parándose y noto que su pene se habia hinchado. Ese buzo le hacía mucho bien a sus atributos masculinos.
-Seguro que no erí gay?- me dice y vuelvo la mirada a su cara. El weón con suerte tenía tres pelos en el mentón. Estaba poniéndome muy descarado ahora al verlo. Quizá había quedado caliente con el pendejo y ahora lo estaba sacando con él. Además me ardía la tula por la intensa mamada del otro pendejo.
-No lo sé- mi pene ya estaba pidiendo salir y me molestaba. Lo sentía palpitar -igual me gustaría probar después de ver ese culito tan bonito que tení- dije sin dejar de pensar en las sensaciones de mi miembro.

Yo sabía gracias a que había leído algunos mensajes en que Pedro quería experimentar. La curiosidad mató al gato, y ya no diferenciaba quién era el felino en este momento. Si yo o él .Si le miraba más el paquete al flaite, me iba a pajear ahora mismo.

-Te puedo confesar algo?- me dice, acercándose a mí a unos peligrosos centímetros -cuando nos vimos en el paradero, reconocí la foto que mirabai pero no quería creerlo. Parece que esta weá es así- su cara estaba frente a la mía, y podía sentir que su gran pene aprisionado por su buzo del Manchester rozaba mi pantalón, una pelea de espadas declarándose en silencio. Su respiración se entrecortaba y yo aguantaba la mía. A pesar de ser más bajo de estatura que yo, no tenía sentido con sus proporciones.

Hace un rato atrás tenía a un pendejo chupándome el pico súper rico, y ahora tenía a un flaite sobajeándose conmigo mientras me confesaba que era gay. Esto se había transformado en algo que parecía un sueño. Pero no cualquiera, sino en el sueño húmedo de algún ente enfermo que quería jugarme una maldita broma.

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/ / / 🇨🇱 Chile / 🌈 Gay

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1 Comentario

  • Brian Méndez
    noviembre 12, 2024 a las 1:47 pm

    La parte VI por favor

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