El tipo de Movistar
Qué tal todos, les comparto mi historia de hace algunos meses.
Me separé de mi mujer y me fui a arrendar una casa cerca de mis hijos para verlos seguido, me fui con lo puesto y algunas cosas más. En mi nueva casa, un colchón inflable y unas cajas que recogí del supermercado eran mis muebles. No estaba mal, así que me inscribí en el gimnasio para quemar las energías frustrantes de este proceso. Algunos meses después, ya estaba en condiciones físicas más acordes, menos guata y más tonificado. Tengo 41 años. Me cambié a un departamento más pequeño y más barato así que tuve que comenzar otra vez, llame a la compañía de TV para tener televisión e internet y agendaron una visita para el día viernes en la tarde.
Yo salgo temprano ese día de mi trabajo así que estaba en casa esperando al técnico. Acondicioné en una pieza un mini gimnasio y estoy súper obsesionado con el ejercicio, así que cuando me avisan que llegó el técnico y que va al departamento a instalar los equipos, yo estaba haciendo ejercicios con pantalón corto y sudadera, era noviembre y hacía calor. Tocan el timbre e ingresa un tipo de acento venezonalo, con ropa ajustada, bonito de cara y muy amable. Al abrir la puerta me mira de arriba a abajo y sonríe.
—Señor don Fernando, hola como está, soy Eliezer, su técnico de Movistar. Vengo a instalar la fibra óptica.
—Pase —le digo—. Perdón la facha, estaba haciendo ejercicios. ¿Quiere un vaso de agua? —Le pregunto.
—Bueno —me dice él.
Deja sus cosas en el suelo, una caja de herramientas y algunas cajas de cartón con los equipos que va a instalar. Me quedo con él mientras hace el proceso así que le metí conversa.
—’Y hace cuanto en Chile amigo?
—Dos años ya.
—Que bueno. ¿Ha sido difícil?
—La verdad no, tengo todo lo que necesito y me va bien. Chile es un buen país para vivir.
Minutos después, termina la instalación y me dice que tengo que firmar una hoja. Me acerco a firmar y me dice:
—Chamo, que buen olor tienes.
Yo lo miro y pensé que me estaba joteando. «Que wea, pensé»; nunca he tenido esa vibra. Soy machito y siempre me han atraído las mujeres. En eso, el tipo se acerca más y me toca el cuerpo con una mano, en el pecho.
—¡¡¡Estás durito!!!
Y algo pasó en mi, yo creo que los meses acumulado sin nada de nada, pero reaccioné a su estimulación, me gustó, me hizo sentir bien caliente. La verdad el tipo estaba bonito de cara y se veía que tenía buen cuero. Una raja enorme y redonda. Me puse de frente a él mirándolo fijamente a la cara y me da un beso. Nunca había besado a un hombre, así que fue raro al inicio, pero rico después, besar a un hombre tiene algo mágico, no se como describirlo. La lengua la utilizaba bien, tocaba mi lengua de forma tal que en mi cuerpo sentía pulsos de placer. Lo abrazo por la cadera y le tocó la raja mientras nos besábamos. Todo pasó muy rápido y de pronto se agacha y me empieza a chupar el pico.
—Oh que rico chamo, tiene buen sabor y tamaño. Tienes una verga hermosa.
—Gracias le digo.
Pone su lengua en el glande y comienza a rodearlo, lo besa, lo saborea, lo chupa y lame en todo su largo. Mi pico debe medir unos 19 cms más o menos, es muy grueso y venoso, no tengo pelos; ¡nada!, mis bolas son gruesas y grandes. El tipo toma las bolas con la mano y comienza a masajearlas. «Uffff… ricoooo…». Lo hacía mejor que mi ex-mujer, mucho mejor. Se metía casi todo el pico en la boca y lo aguantaba, mi ex nunca lo aguantó, siempre le dio color para hacer un helado. Saca su pico del pantalón, estaba agachado y al hacerlo se baja un poco el bóxer y pude ver su raja. Mientras me lo chupa me agacho un poco y empiezo a tocarle la raja. Después de unos minutos, se para y se baja completo el pantalón y boxer, puedo ver un pico largo, medio duro, muy oscuro y con forma de plátano; me dan ganas de tocarlo y lo hago.
Lo toco y comienzo a pajearlo, nunca había tocado un pico, lo pajeo un poco y lo doy vuelta, quería tocar otra parte de su cuerpo. Lo doy vuelta y se apoya en la mesa de la cocina. Apoya ambas manos y abre las piernas, me agacho y le tiro un escupo en el hoyo, a lo cual él reacciona y gime calientemente. Empiezo a chuparle el hoyo tenía buen sabor, nada de sucio, había olor a cuerpo pero me imaginé que era lo normal. Lamo ese hoyo, meto la lengua y juego dilatando esa rica raja, pongo mis manos en los cachetes y los apreto, eran blandos y tenían mucho volumen.
—Tení raja de mina —le digo.
—¿Te gusta papi? —pregunta.
—Sí wn, me tení caliente.
—Uuuy, métamelo pues, quiero sentir su verga en mi.
Esa petición me puso súper duro, sentí que mi pico creció aún más, de hecho lo veía más grande y grueso que de costumbre, y estaba súper lubricado.
—Espérate, voy por condones.
Fui a la pieza y saqué un condón del velador, me lo fui poniendo camino a la cocina y el loco estaba moviendo la raja como gata meneando la cola, era realmente exquisito ver a ese culiao así. Me acerqué y se lo metí de una, gritó, pero me pidió que no lo sacara; mi ex-mujer nunca me dejó meterlo por el chico, una vez solo la punta y terminé pajeando mi pico en su raja sin meterlo; esto era nuevo y me gustaba, era rica la sensación del pico metido en el hoyo, se sentía apretado, caliente. El tipo comienza a moverse, lo hacía lento al principio y después fue agarrando velocidad. Llegué a sentir como mis cocos chocaban con él «Ufff…» Se sentía maravilloso. Lo tomé de las caderas y me incliné un poco para atrás, así que podía ver como entraba y desaparecía mi pico en ese hoyo, siempre soñé con eso, era mi fantasía, aunque jamás pensé que sería con otro hombre.
El tipo inclinó más la raja levantándola más y yo con las manos separé sus cachetes un poco para que entre más profundo. Los sonidos eran embriagantes. La sensación era muy húmeda, tenía rico culo y el hoyo «¡Uffff apretadito! ¡Se lo comió todo!»
Después de un rato y en esa misma posición, le digo que donde quiere la leche, y me dice que le de adentro no más, pero que me saque el condón. Yo ni cagando se la iba a meter sin condón, siempre seguro, así que cuando sentí que ya me venía, lo saqué, me saqué el condón y le lancé todo el moco en el hoyo, sin meterlo, rocé con mi pico su entrada mientras eyaculaba. Fue una sensación muy rica, jamás lo había hecho con un hombre y nunca se me había pasado por la cabeza culiar con un weon, pero estuvo formidable. Se subió su ropa y me dio un beso y me dijo:
—Es el mejor domicilio que he hecho.
Revisado por Stoler
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