Mi cuñado – parte VI

Todos los días, sin falta, en algún momento sacaba el boxer del Nacho y me lo ponía en la cara…. Sabía dónde se concentraba el mayor olor, en la parte donde van los testículos y a pesar de que ya llevaba una semana con su boxer y yo lo olía constantemente, aún tenía su olor. Ese olor a pene, a sudor. A semen. Me encantaba. Descubrí un morbo por los olores.

Confieso también que con mi esposa, las cosas empezaron a cambiar. El sexo nunca fue regular, pero esta vez, yo empecé a demostrar poco interés y a ella parecía acomodarle mi desgano, pues no había mucha presión a cumplir. De vez en cuando si, pero no era la misma sensación.

Con el Nacho continuamos viéndonos, nos hablábamos a veces por mensajería, nunca nada evidente, y si habían mensajes elevados de tono, se eliminaban de inmediato. Descubrí las carpetas ocultas, archivadas.

Todas las semanas jugábamos un partido, viernes noche o sábado, a veces incluso los domingos y esos encuentros solo terminaban de una manera. En una ducha, o en su cama, o en su sillón, o apoyados en la pared, o sentados en el auto, o en algún potrero, o en el baño de algún bar. Daba lo mismo donde, siempre terminaron igual.

Una de las tantas veces, salió un partido fuera de Santiago, íbamos a jugar a villa alemana. Eso implicaba, pasar la noche afuera. Mi esposa me dijo que iba a empezar a sentirse celosa de su hermano, pues todos los fines de semana estábamos juntos. Yo lo tomé con humor, pero por dentro, pensaba que estaba en la cierto, y todos los hombres sabemos que cuando las mujeres lo hacen, hay que preocuparse. En fin.

Ese viernes, nos juntamos después de la pega. Pasé a la casa a buscar mis cosas y Nacho estaba en la casa, entre, me duché y nos fuimos en mi 🚙. Camino a villa alemana, decidimos parar en una copec a comer algo y nos dimos cuenta de que era la primera vez que salíamos solos, mientras nos comíamos el completo con una bebida, Nacho acarició mi mano, yo la corrí pero sugirió algo entre líneas que no desarrollé hasta que nos subimos al auto de vuelta: y si no llegábamos al partido?. Al subir al auto le digo esta idea a mi cuñado y me dice que por ahí cerca, hay unos moteles y siempre tienen alojamiento, podríamos quedarnos ahí. Lo pensé dos segundos y redireccionamos a Waze para que nos llevara a nuestro nuevo destino. Antes, fuimos a comer a un lugar que era por Casablanca, con show, tenedor libre, barra abierta. Cenamos, comimos algo, bebimos un poco, incluso bailamos con unas personas que estaba ahí, que parece que eran profesores de un colegio. Lo pasamos súper bien y tipo 23.00 horas nos fuimos al hostal/motel.

Llegamos, estacionamos, pagamos, fuimos a la pieza y Nacho me besa. Yo abrazo a Nacho en ese beso y siento que todo en mí se mueve, mi cerebro, mi abdomen, mis entrañas, mi corazón, mi respiración. Mi pene. Era una habitación con una cama king, tenía TV y baño.

Bien oscura pero con una ventana a uno de los cerros del lugar, apuntaba a una viña. Había luna llena, así que la luz natural y la falta de luz artificial hicieron del lugar, un lugar mágico. Mientras nos besábamos, nos empezamos a quitar la ropa, nos besábamos todo el cuerpo, nos recorrimos tanto con los dedos como con nuestras bocas. Nuestras lenguas recorrieron cada curva de nuestros cuerpos, nuestros penes se apoyaban estando aún dentro de los pantalones. Los roces eran estimulantes. Decidimos apagar la luz y corrimos la cortina para que entrara la luz de la noche, nuestros cuerpos se veían iluminados por la luna y comenzamos a quitarnos la parte inferior de nuestro vestuario, nos recostamos y fuimos desabrochando los botones y bajando lentamente los cierres, con movimientos lentos de piernas nos fuimos quitando lentamente la ropa, nuestros cuerpos quedaron unidos aún con una tela de ropa, un boxer y un slep. Yo arriba y él abajo, nos besábamos, nos tocábamos, nuestros cuerpos exudaban pasión, calentura, salía de nuestros cuerpos un aroma maravilloso a encuentro de hombres mezclado con nuestros perfumes.

Nos damos vuelta y él queda arriba y yo abajo, con mis manos recorro su espalda, miro su rostro que era iluminado por la luz de la luna que entraba por la ventana, se veía realmente guapo, le saco los lentes y los dejo en la mesita. Vuelvo a abrazarlo y recorro nuevamente su espalda, paso mis dedos lentamente por su columna vertebral, acaricio vértebra por vértebra, desde arriba hacia abajo, llego a su cintura y decido bajar, para mí sorpresa, la parte de atrás del slep no tenía tela, era una sunga que le dejaba el al trasero al aire (después supe cómo se llamaba) Eso, me elevó demasiado la calentura, toqué, apreté, metí mi mano directo entre medio de sus cachetes, acaricié ese trasero completo y también un poco más, hundiendo mis dedos alrededor de su ano, sintiendo como se abría y se cerraba esa entrada, un dedo más curioso avanzó por el túnel y lo atravesó, haciendo camino a los demás, a la lengua, a mi pene.

Nacho se sentó un poco y puso su trasero sobre mi cara, él se apoyó en la pared y me dejó todo su ano en la boca, mi lengua comenzó a atravesar la barrera de piel, sintiendo el sabor de su ano, la calidez de esas paredes y a humedecer el camino para lo que vendría. Después de un rato así, Nacho comienza a bajar por mi rostro, me besa, me acaricia, me besa el cuello, el pecho, me muerde ambos pezones, pasa la punta de la lengua por mi abdomen y baja por el medio, rodea mi ombligo y decide descender más, llega hasta mi pene y con la punta de los dedos y su lengua baja y saca mí boxer, saliendo mi pene contenido a liberarse para ser engullido por la boca de mi amante. Que delicia como acariciaba mi pene contenido con su lengua, movía la punta de la lengua sobre la punta de mi pene, se pone el glande completo en la boca y con la lengua mueve el frenillo…. Siento un profundo placer ante esa estimulación, luego lo introduce completo en su boca, lo saca, lo vuelve a introducir, lo saca y lo toma con una mano, para empezar a bajar por mis testículos, los toma con su boca, de a uno, los mueve, los llena de saliva, los estimula, siento unas cosquillas placenteras en mis testículos, luego pasa la lengua desde los testículos hasta el glande y se lo introduce de nuevo. Lubrica con su saliva mi pene, corren los hilos de saliva que me mojan el perineo, lo cual también era estimulante.

Nacho mueve mis piernas un poco, mientras me pasa la lengua por el largo del pene y nuevamente llega a mis testículos, pero esta vez, decide bajar más. Siento su lengua en mi perineo, siendo estimulado solo por la punta de su lengua, sentí unas contracciones leves en mi, lo que asocié con un pronto orgasmo y de forma casi natural, abrí mis piernas dándole acceso a mi ano, mi peludo ano. Nacho comienza a besarme el perineo y baja hasta el ano, mete la lengua y comienza a hacer lo mismo que minutos atrás yo había hecho, y la verdad, era una sensación increíble, fantástica, maravillosa, pasaba la lengua desde el ano hasta el pene, subía y bajaba, y luego trata de introducir la lengua en mi ano, sentí que se abría, no sé si fue así, pero disfruté mucho la lamida de una parte de mi cuerpo que jamás imaginé que fuera a proporcionar tanto placer.

Sentía un orgasmo profundo, que venía desde mi cerebro, recorría todo mi cuerpo, desde la punta del pelo hasta los dedos de los pies, lo que me hacía gemir como desquiciado y eso le daba más poder a mi cuñado para realizar mejores maniobras. Siento una pulsión desde el interior de mi abdomen, desde mi prostata quizás y no alcanzo a determinar si es un orgasmo o eyaculación, así que le aviso a Nacho que estoy por irme y el introduce un dedo en mi ano y lo mueve de forma circular, mientras me lame el pene hacia arriba, cuando siento sus labios en el glande, siento una potente explosión que me hace acabar, lanzando varios y contundentes chorros de semen, que son atrapados por su boca y otros caen sobre mi.

Nacho se levanta sonriendo y se acerca a besarme, con mi leche en sus labios, y nos fundimos en un beso que no permitió que la excitación del momento descendiera, al contrario, mi pene no perdió la dureza, siguió erecto y muy duro, lo que significó solo una cosa, faltaba la otra parte, así que le dije a Nacho que se sentara, que yo hoy me entregaba al placer. Nacho se sentó sobre mí y con un solo movimiento lo introdujo completo dentro de su cuerpo, se agachó y me volvió a besar, yo lo abracé apretándolo fuerte contra mí y al soltarlo, él se acomoda y empieza a moverse, lo hacía rico, como a él le gusta, en círculos, profundo, sacándolo casi todo y luego introduciéndolo hasta el fondo. En un momento le dio velocidad y nuestros cuerpos comenzaron a aplaudir. La luz de la luna iluminaba su pecho, se veía su cara y le daba un matiz mágico a la escena, la cual era completamente sexual, pero a la vez tenía algo de pasión.

Nacho se estira por completo, pone los brazos sobre su cabeza y gime como si estuviera domando un potro salvaje, salta arriba de mí y siento su cuerpo estremecerse y un líquido caliente que cae sobre mi pecho, mezclándose con el mío. Nacho gime, respira agitado, se mueve lento, pero siento las contracciones de su ano en mi pene y aceleran el orgasmo, el segundo orgasmo. Sin moverme, solo por el movimiento de su esfínter, acabo dentro de él.

Nacho dice que se siente delicioso mientras acabo, pues pudo sentir como mi pene palpitaba. Luego se recuesta sobre mí y nos besamos. Mi pene está vez si perdió la erección y de forma natural se sale del ano del Nacho, nos quedamos conversando sobre las sensaciones, sobre lo nuevo de este encuentro, sobre lo rico que es estar juntos, se recostó a mi lado, poniendo su pecho en la cama y su brazo me abrazó. Yo tenía su cabello en mi cara. Cuando siento que se durmió, le di un beso en la cabeza y me dormí también. Despertamos al otro día. Tuvimos un mañanero, algo más rápido pero igual de excitante. Luego una ducha y salimos a tomar desayuno. Subimos las cosas al auto y nos fuimos.

Nunca olvidaré el motel del camino a Valparaíso, por Casablanca y ese partido de futbol al que nunca llegamos.