Otra de Tulón – Parte III
Tomo aire e introduzco ese mástil en mi boca «¡Mmmmmmm……. Que ricoooooo!». Ese pene provocaba morderlo, saborearlo, admirarlo. Tenía un sabor exquisito, a semen pero con un sabor inigualable.
Comienzo desde arriba hacia abajo, bueno, hasta la mitad más o menos, no pude más.
Lo saco, paso la lengua desde la base hasta el glande, recorro con mi lengua sus cocos, los lamo, los beso, los acaricio con mi lengua, mientras mi mano acaricia su pico. Estoy obsesionado con su glande, no puedo dejar de tocarlo, está húmedo y sigue saliendo precum a medida que sigo maniobrando. Vuelvo a lamer, salen gotitas de semen, las bebo, un néctar salido de la misma fuente. me meto lo que puedo en la boca y comienzo a moverme de arriba a abajo, le lleno el pico de saliva y está corre por su tronco. Fernando gime, levanta la pelvis, me acaricia suavemente el pelo y el rostro, se inclina para hacer contacto visual, yo lo miro con su pico en mi boca, él me mira con la boca entre abierta y gimiendo de placer. Sigo en mi tarea; lo pajeo mientras no dejo de chupar, soy como los terneros colgados a la teta de la vaca. No me quiero alejar.
Su pico está caliente; late, le puedo sentir el pulso, vibra con mis movimientos, su pelvis se mueve instintivamente provocando en ocasiones que su pene llegue a la campana y me da el reflejo de la náusea. Sacó la cabeza para tomar aire, vuelvo como loco a mamar. Fernando separa las piernas, dejándome acceso completo acostado en la cama sobre su pico. Empiezo a jugar con sus bolas, las acaricio suavemente, mientras lamo su gland bebiendo todas las gotas que salen más seguido de su pico. Tomó su pico y comienzo de nuevo a chupar, lo hago rápido, queriendo que salga todo lo que va a estallar en el, quiero ser impactado por su leche, pero no ocurre, él solo disfruta y yo empiezo a cansarme, mi boca se resiente, intento seguir pero debo decirle que me cansé. Él se acomoda y me abraza, nos ponemos de lado, lentamente coloca su pene entre mis piernas y siento que me toca la raja, empiezo a mover mi cuerpo apegándome a él. Toma su pico y lo apoya en mi entrada, la cual pedía a gritos ser habitada por ese inquilino, lentamente comienza a empujar, entra una parte «no hablaré del dolor, pues es conocido por todos», siento que mi cuerpo se estremece en placer, me abraza y muy lento empieza a moverse. Me pregunta si está todo bien.
—Excelente —le respondo—. Tú sigue.
Sigue en el movimiento y de pronto siento su piel en mi espalda, logró meterlo todo. Sentía que ese pico no entraría, pero al sentir su piel tocando mi espalda, pude percatarme que todo está dentro, fue una de las sensaciones más placenteras de mi vida hasta el día de hoy. Mientras él me abrazaba, tenía tomadas mis manos por delante de mí, su cabeza estaba en mi cuello y me besaba el cuello y la oreja, respiraba en mí y sentía como escalofríos en todo el cuerpo, después de un rato se sale y se sube en mí, abro las piernas y lo hacemos en la posición del misionero; me toma, abre mis piernas hacia un lado y lo mete. Esta vez no sentí dolor, solo un profundo placer, mi cerebro estaba grabando estas imágenes y hacía que el reflejo del placer recorriera todo mi cuerpo, hasta en los pies sentía que estaba siendo tocado. Me abraza por la cintura atrapándome completamente, me sujeta a él y no me puedo escapar, mientras me besa, su pecho en mi pecho, sus manos en mi cintura. Las mías sobre su espalda, levanto las piernas y las cruzo encima de él, haciendo más presión para que lo meta todo.
—Ohj, había soñado con esto —me dice—. Te he deseado desde la primera vez.
Y yo, casi podía decir que en ese momento me enamoré…. Lo besé con sonidos; lo besé gimiendo. Sentía su pico en mi, que llegaba a lo más profundo de mi interior, sentía una presión interna que me hacía sentir que quería mear, cagar, quería que saliera pero a la vez no quería que saliera. Después de un largo rato, nuestros cuerpos están húmedos, estábamos los dos sudados por el calor de la acción, me limpia la frente en un momento y me besa en la las mejillas, en la boca, en el cuello. Tenía solo una mano libre, con la otra me tenía prisionero por la cintura. Yo seguía con las piernas cruzadas sobre él, a ratos las bajaba y las subía de nuevo, al hacerlo ejercía presión sobre él y sentía que su pico entraba aún más.
El movimiento se vuelve más intenso, Fernando no lo hizo rápido, sí profundo, como con amor, como queriendo que nunca acabará. Yo creo que él lo disfrutó tanto como yo. Me lo metía profundamente y lentamente lo sacaba casi por completo y lo volvía a meter lentamente hasta el fondo. Yo bramaba, no podía creer que esas sensaciones las estuviera sintiendo. Cada sensación era mejor que la anterior.
Fernando me avisa que le queda poco, si puede acabar adentro.
—Por supuesto —le digo—. No lo saques.
Siento que sus movimientos se vuelven un poco más rápido pero a la vez más profundos, en eso siento una fuerte presión «creo que fue la próstata», y siento un placer que nunca antes había sentido, Fernando comienza a respirar como león, a rugir, me aprieta fuertemente a él y siento que eyacula en mi culo; mientras tanto yo estaba eyaculando de nuevo sin tocarme, primera vez que me pasaba que me iba cortado sin tocarme. Nos miramos fijamente por un rato mientras su pico palpitaba en mi interior y mi próstata también lo hacía. Respirábamos agitados, como en una maratón, nuestros pechos se movían de lo agitados que estábamos. Fernando tiritaba encima mío.
—¿Estás bien?
—Sí, es de placer —me dice.
Yo sentía que mis piernas también tiritaban, no quería que se saliera, no quería sentir el frío sin su cuerpo. Fernando me besa apasionadamente y yo respondo a ese beso, le tomo la cara con ambas manos para que no se acabe el beso, mientras su pico se iba achicando en mi interior, luego lo saca, siento que empiezo a gotear, no me importó y me acosté a su lado. Nos tapamos, miré la hora y eran las 3.37 am. «Csm, pensé…. Llevamos más de tres horas en esto ¡¡¡Wow!!!». Lo miro y me pregunta qué estoy pensando.
—Pienso en que no sabía que esto era posible, antes de ti había tenido alguna experiencia con otros hombres, pero nunca nada como esto, me consideraba hetero, ahora, en este preciso momento, no lo sé.
—Yo tuve algunas historias en el sur. Nada serio —me dice —. En la Universidad tuve una relación más larga con un hombre, cerca de un año, era un compañero, pero en pueblo chico, el infierno es grande, así que anduve con varias chicas de por allá, pero, la verdad es que siempre sentí que me faltaba algo, el sexo nunca fue completo. Cuando me vine a Santiago tuve sexo casual con algunos tipos. Nada de otro mundo, todos buscan lo mismo, pico grande, buen cuerpo, que fumes marihuana y lo hagas volado, pero, nadie quiere una relación, nadie busca eso. El mundo gay es súper superficial y no se diferencia mucho del mundo hetero en eso.
—No lo sabía —le dije.
—En mi otra pega estaba bien, ganaba bien, era un factoring internacional. Ganaba buenas lucas, pero estaba vacío, me compré un departamento y tuve una relación con una compañera, ella siempre tuvo temas con mi pico; que le dolía, que era muy grande; yo siempre he tratado de hacer las cosas lento, para disfrutar, no solo el momento, si no que todo el proceso, estuvimos saliendo un año más o menos y me dejó. Después estuve con un tipo que hacía delivery, era algo casual, pero pasó lo mismo. Si no te hubiera conocido, estaría en el sur ahora.
Lo abracé cariñosamente. Le dije que estuviera tranquilo. Que yo podía ser su amigo de esa manera. Que me gustó la forma en la que se dio todo «la verdad… me encantoooooo». Y que estaba bien, que entendía de soledades pues también las había sentido. Me dio la mano y nos quedamos poco a poco dormidos.
Despertamos al otro día con la luz del sol, eran como las 8 de la mañana. Estaba solo en la cama, Fernando estaba preparando el desayuno y me llama, había ido a comprar pan de molde y paltas, me preparo un té y un jugo de naranja de botella. Me uno al desayuno con buzo y una polera, comimos y fue el mejor desayuno que había tenido en mi vida, después me fui a duchar y él se metió a la ducha conmigo, nos besamos y nos pajeamos en la ducha de forma cruzada. Nos vestimos y fuimos a comer.
Volvimos a mi departamento y esa noche, tuvimos un encuentro muy similar a la noche anterior. El domingo fue similar; esa noche se fue. Quedamos de vernos en la oficina de la forma más normal posible, total compartíamos la oficina. Nadie tenía porqué enterarse.
El lunes llegó y trajo dos cafés. Uno para mí y otro para él.
—Holaaa… me abraza —«aaaaewwww me enamoro cada vez que lo hace» —. Toma —me dice.
—No puedo tomar café todavía.
—Es un té.
—Gracias — le digo.
En eso entran las chicas de afuera y me dicen: —José Miguel, ya volviste Te perdiste el carrete del viernes por andar enfermo.
—Sí supe que salieron, ¿cómo lo pasaron?
—Bien —dice una de ellas—, invitamos a Fernando pero no quiso ir.
—No me gusta estar con gente. Lo siento.
—Uy, que pesado. Te salvas por ser guapo —dice la otra.
Y yo sentí que ese comentario me cayó mal, con razón Fernando sentía que la gente era desagradable, me dieron ganas de decirles que se fueran de mi oficina.
—Ya, cuéntenme qué pasó esta semana, en quince nos reunimos acá para una reunión corta.
—Ok —dicen todos.
El día avanzó de forma intensa para mí. No salí a almorzar, Fernando me trajo un wrap de verduras para comer pero solo me comí la mitad.
—A las 18.00 nos vamos —le digo a Fernando —. ¿Vas hacer algo?
—voy a salir con un amigo, dice.
—«¿¿Un amigo?? ¿¿Cómo?? Si no tiene amigos» — Pensé en silencio, para no parecer tóxico le digo: —Ah que bueno, nos vemos.
Al llegar a mi departamento, estaba esperándome, con una sopa de pollo que encontró en el negocio. Me muestra la bolsa y me dice:
—¿Sopa de pollo?
—Sube —le digo y comienzo a sonreír.
A la fecha, llevamos casi 6 años juntos, nos fuimos a vivir a su departamento en la pandemia. Fernando ya no está solo, pusimos nuestra propia empresa, una cafetería en un buen barrio, no nos va mal; nos va excelente. Nos amamos profundamente.
Revisado por Stoler
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1 Comentario
Anónimo
noviembre 8, 2024 a las 11:11 pmQue buena historia…. Excelente… donde estará esa cafetería para ir tomar café?