Todo por el corte de pelo
Antes de pandemia estaba viviendo en Valparaíso y hacía clases en un colegio bien estricto (la mayoría de los alumnos eran hijos de marino) a tal nivel de que los profesores deben dar el ejemplo hasta en el aspecto: afeitados, pelo corto y de terno era esencial para ir a hacer clases. Yo mido 1.85 y son moreno y maceteado por ende igual me veía guapo en esos entonces, pero nunca me gustó el no poderme dejar la barba porque parecía alumno de 4to Medio.
Un sábado, después de una semana fuerte de trabajo (donde incluso tuve que fijar unas citaciones a apoderado debido a un altercado entre niñitas, más toda la de pruebas y guías por revisar, planificaciones por hacer) decidí salir con unos amigos de la U aprovechando que uno de los chiquillos, después de mucho tiempo, había egresado. Entonces salimos a hacer una previa en mi departamento y luego nos fuimos a la disco.
El tema es que mientras bailabamos, noté que habían llegado algunos uniformados (en su día libre imagino) y se pusieron a carretear. Mis amigos me molestaban porque parecía uno de ellos y yo tonteándoles les seguía el juego. Con el pasar del rato termino bailando con un hombre de aquel grupo. Era más bajo que yo, flaco y algo marcado, moreno y tenía unos labios gruesos y rosados, unos ojos café muy claro y tenía una cara de caliente que lo recuerdo hoy en día y me excita.
Solamente me sonríe, cerrandome un ojo. Le pregunto cómo se llama pero no me contesta, sólo me cierra un ojo y sonríe. Yo me dejo llevar. Me toma la cintura y comienza a puntearme y ahí agarré papa y comienzo a besarlo. Besaba exquisito como si estuviera desesperado por besar. Se notaba que estaba ebrio por el sabor de su boca a cerveza y piscola. Mordía mi labio inferior y chupaba mi lengua como si fuera un pico mientras me punteaba al ritmo de Dua Lipa.
«¡Yapo!, ¿Cómo te llamas?
«Da lo mismo» -me dijo tajante- pero ando en la Esmeralda, ¿y tu?
«En el Cochrane» – respondí intuitivamente ya que no sabía que cresta decir.
«Ah, mira…» – me sonrió y me acercó hacia su cintura.
Lo sentía bien erecto y yo estaba húmedo con tanto roce, entonces subimos al segundo piso, entramos al baño y nos empezamos a comer, sin decirnos nada. Alcanzamos a mandarnos unos popper que él traía y nos golpean la puerta para que salgamos.
Como al lado había un motel, tomó de mi mano y apurado entramos, él pagó la habitación y subimos. Cerró la puerta y me comenzó a desnudar, sacó mi polera y comenzó a lamerme. Yo quería tocarlo pero no me dejó, entonces me bajó el pantalón y comenzó a chuparmelo sobre los boxers. Sentía la humedad de su lengua mezclandose con mi precum y de golpe saca mi verga y la empieza a chupar. Tomó mis manos y las llevó a su cabeza y comenzó a chuparme más rápido entonces yo le empecé a follar la boca, sentía que iba a acabar, porque él se la estaba tragando toda y aun denteo con el movimiento de su lengua me hacía cosquillas. Estaba Super caliente y me hace un lado, se empieza a desvestir y queda en boxers al igual que yo. Intentó agarrarme pero tomé sus brazos y le hice un tackle (en la U jugué Rugby, pero eso es otra historia) y lo tiré contra la cama. Me sonreía.
Comencé a rozar mi cuerpo contra el de él y lo lami desde el término de un beso, pasando por sus oechos hacia el ombligo y llegué a su pene y comencé a chuparselo. Estaba super mojado y gemía super rico. Le lami sus cocos y le comí hasta el hoyo. Su cara de placer me tenía loco porque su cara de caliente y lo morenazo que era me tenía al máximo.
«MÉTEMELA»
Tomó mi pico y comenzó a pajearme, escupió su mano, se la llevo al hoyo para lubricarlo, se bajó un poco el boxer y puso mi pene dentro de si.
«¡Oye wn, pero el condon, que chucha!», le dije mientras él sólo me respondió con un ¡shhhhhh!. Gemía super rico mientras se mordía los labios y se movía como si estuviera masturbándome con el hoyo. Empezó a ir más y más rápido hasta que acabó en sus calzoncillos y yo seguía taladrandole. Lo puse en hartas posiciones y no oude evitar acabar dentro de él y luego nos agarramos a besos en la cama, descansamos un poco y cuando me fui a duchar agarró sus cosas y se fue.
Quedé con muchas dudas en la cabeza, si es que lo habré hecho bien o mal, pero fue exquisito todo.
A la semana siguiente llego normal al colegio pero recordando lo vivido este último sábado por la noche. Me servía para distraerme ya que no tenía relación con ninguno de mis colegas (eran puros viejos amargados). Las clases pasaron rápido, la citación con la primera apoderada fue bastante relajada hasta que veo que el mismo marino que me culié el sábado venía a la citación ya que su esposa no pudo asistir y fue él en su lugar.
Avísenme si les tinca la parte II
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