Calentura en la pega

Esto paso hace algunos años. En ese entonces vivía y trabajaba fuera de Santiago. Charlaba con algunos chicos por Grindr y conocí a un enfermero. Según su foto era un tipo deportista, 32 años, 1.89 y lo que más me llamo su atención fue su barba. Amo los minos con barba… bueno, ¿quién no? Me describo un poco, yo mido 1.78, moreno, 28 años.

Resulta que el tipo me preguntó de donde era y que hacia, ese día yo estaba en la pega. No se veía futuro a encuentro sexual por que a la hora que yo podía el ya iba a entrar a su turno y cuando el tenía tiempo yo estaba trabajando. Solo seguimos charlando.

En mi pega , trabajaba con dos compañeras y un día una pidió día administrativo y la otra estaba con licencia, por lo cual quedé solo. Una idea pasó por mi mente, hacer algo rico en la pega. Nunca lo había hecho, pero siempre me imaginé follando sobre el escritorio y no podía sacarme esa idea de la mente, así que le hable.

-¿Te tinca venir? Estoy solo- le pregunté.
-¿A tu pega?- respondió con otra pregunta.
-Es ahora o nunca- dije.
-Llego en en media hora- finalizó

El nerviosismo se apoderó de mi. Para contextualizar, trabajaba en una oficina en un subterráneo. Si bien, no era tan concurrido, de igual modo pasaba gente por el pasillo. El enfermero llegó y golpeó la puerta según las indicaciones que le di. Cuando lo vi era mucho mejor que sus fotos. Era principios de marzo, así que andaba con una polera corta y pantalones cortos. Se veía muy rico.

-¿Qué tal?- dijo el y me dio un tremendo beso mientras cerraba la puerta.
-Mejor ahora- respondí – ¿hacemos algo? – me sentí tonto por esa pregunta.
-Obvio, si no, no estaría aquí- susurro en mi oído. Con esa frase y su voz ronca me ganó. Me calenté tanto. Lo único que quería era meterme su verga en mi boca. Ya nos habíamos enviado fotos. No era tan grande su pene, pero si grueso.

Llamé a mi jefa y le dije que tenia que ir a buscar unas cosas a la bodega y que como estaba solo me demoraría. No me dijo nada por que sabia que era verdad. Coloqué el letrero de que fueran a la otra oficina y cerré las cortinas y la puerta para que no molestaran. Senté al loco en una silla y me subí y senté en su piernas. Ya podía sentir su erección. Lo besé, un beso largo y caliente, nuestras lenguas jugaban y se masajeaban mientras yo metía mis manos bajo su polera para sentir su pecho peludo. El tipo se ejercitaba, no era musculoso, pero si tenía abdominales marcados. Nunca había tocado algo así en mi vida así que fue un día de primeras veces. Le saqué la polera y besé su cuello. Leves gémidos de placer me expresaban que lo estaba haciendo bien. Con el sentado, seguí bajando por sus tetillas y luego por su abdomen. Toqué su erección y lo sentí duro, queriendo salir. Bajé su pantalón para dejarlo solo con bóxer y empecé a lamer sobre el.

Di pequeños mordiscos y lamidas hasta que se bajo el bóxer dejando expuesto su pene. Lo miré y con sus ojos me dio permiso a que lo introdujera en mi boca. Comencé a lamer su cabeza, pasando mi lengua suavemente, luego por su tronco hasta llegar a sus cocos. ¡Que hombre más rico! No aguanté más y lo metí entero en mi boca. Comencé con mi succión. Estuve alrededor de 5 minutos de rodillas. Con su pene en mi boca. Luego de esto me detiene:

-¿Hice algo mal?- susurre.
-al contrario, todo bien. Si sigues, acabaré y no quiero así que date vuelta.

En ese momento yo no sabia como me había desabrochado el pantalón y estaba pajeándome. Así que bajó completamente mi ropa y me recostó sobre el escritorio dejando mi culo a su disposición. Empezó a lamer y meter su lengua. Su barba daba cosquillas, pero era una sensación tan rica. Su lengua buscaba introducirse cada vez más en mi interior. Con otra de sus manos, me masturbaba. Me sentía en la gloria.

-¡No aguanto! quiero entrar ¿Puedo?- preguntó mientras colocaba su pene en mi ano y se empezaba a mover. Ahí ya lo único que quería era ser penetrado.
-Ponte condón y dale.-dije entre gemidos

Sentía tanto calor en ma oficina. La adrenalina del momento, la calentura, era un escenario perfecto y emocionante.

Se puso el condón y un poco de lubricante. Colocó su pene en mi ano y lentamente empezó a meter. Dolió, un poco, pero se manejaba. Lo hizo lento hasta entrar completamente. Lo dejó ahí mientras mi cuerpo se adaptaba y empezó con un leve movimiento hasta hacerlo más intenso. Siguió penetrado. No podíamos gemir fuerte, pero igual lo hacíamos. Cada una de sus embestidas se sentía tan rica. Como estaba recostado sobre el escritorio de estómago, ya me sentía incomodo. El lo presintió y me tomó de las caderas y sin sacar su pene de mi, me llevo hasta la silla. Se sentó y yo lo hice sobre él. Ahora me tocaba a mi. Yo era quien tomaba las riendas del momento. Mi culo subía y bajaba. El gemía cada vez que su pene entraba. Pasaron unos minutos y se acerca a mi oído:

-Quiero acabar.
-Hazlo- dije.

Nos paramos y levante mi culo para que pudiera penetrarlo con más fuerza y lo hizo. Siguió hasta que su respiración se aceleró hasta detenerse, y con un gemido silencioso me dio a entender que ya había terminado, pero siguió moviéndose. Tome mi pene y lo masturbe hasta acabar en el suelo. Nos volvimos a sentar yo con su pene dentro aun y recosté mi cabeza en su hombro.

-¿Todo bien?- pregunté.
-Muy bien.- respondió con los ojos cerrados y su cabeza hacia atrás. Sonrió.

Nos vestimos y agradecí tener un baño en la oficina. Nos despedimos con un beso y una promesa de vernos nuevamente. Vi la hora y ya había pasado una hora desde que fui a la bodega.

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