Con el vendedor de sopaipillas – Parte I
Esta historia comienza un día de lluvia, cuando salgo de la pega camino hacia el paradero a esperar la micro que me lleva a casa. Todos los días camino las tres cuadras a esperar que la micro pase y que tenga espacio para subirme.
En el paradero se coloca un carrito de sopaipillas, ¿quien atiende? Un chico de unos 20 y tantos años. La verdad nunca me había llamado la atención, hasta que un día, me saluda con una sonrisa y se anticipa a mi compra:—”Dos sopaipillas con mostaza”. No siempre le compro, pero hay días que el hambre de las 20.00 horas y un agotador día de trabajo, te obliga a comprar.
Trabajo en una bodega por Pudahuel, el carrito siempre está lleno de sopaipillas fritas que tienen buen olor y alguna vez me he comprado su empanada de queso. Ese dia, el vendedor, me saludó con una hermosa sonrisa, yo nunca me había fijado en él, usa un arito colgante en la oreja, es guapo, se ve delgado y con una bella sonrisa; fue tan amable que me quedé conversando con él.
—¿Ha estado bueno el día?
—Síi oiga, como hace frío se vende harto.
—Es que son ricas estas sopaipillas.
—Gracias —me dice el ahora apuesto vendedor.
—¿Y siempre está acá? —le pregunto curioso, ya que nunca me había fijado en él.
—Sí, cuando hace calor vendo mote con huesillos.
—Aaaaah, verdad —le digo acordándome que efectivamente he comprado mote con huesillos.
—¿Llleva mucho tiempo acá?
—Un par de años ya.
Mientras sigo comiendo, noto que me mira en varias ocasiones y no puedo dejar de observar lo hermoso que es. En eso me dice:
—¿Trabaja en la bodega usted?
—Sí, le respondo.
—Ah —me responde inmediatamente.
Termino de comer y mi micro aún no pasa.
—Se demora la Micro —le digo mirando hacia el paradero.
—Usted toma la X, me dice.
—Siiií, ¿cómo sabe?
—Es que lo he visto.
«¿¿Me ha visto?? Guau, ¿qué querrá decir con eso?, ¿sabe quién soy?, ¿será que este amigo vendedor es de los míos?, ¿cómo mierda nunca antes me había fijado en él?
—¿Y que mas has visto de mi??
—Que no mira a la gente, que siempre anda escuchando música, que le gustan las sopaipillas con mostaza y que el mote con huesitos le gusta con poco mote.
Sorprendido, me sonrojo.
—Y que es un hombre muy atractivo, me gusta como se viste, sobre todo con una chaqueta de mezclilla que usa cuando hace menos frío —agrega.
Yo quedé súper sorprendido, ya no tenía dudas, el amigo vendedor era de los míos, pero, me sorprendía que me observara tanto y yo nunca lo había notado
Así que me animo y le pregunto:
—¿A qué hora terminas de trabajar?
—En un rato más, cerca de las 21.00, vivo por acá cerca así que me llevo el carro para la casa. ¿Por qué pregunta?
—No, por nada, es que me gustaría conocerte más, no sé, ir a dar una vuelta por ahí.
Se sonríe, lo noto algo nervioso, pues incluso se le cae el pincho de las sopaipillas. Me responde:—Cualquier día de estos, cierro antes y lo espero para cobrarle la palabra.
—Ya pos, me parece una buena idea.
—Amigo, ¿tu nombre es…?
—Me llamo Marcelo. ¿Y el suyo?
—Mi nombre es Lucas.
—Hola Lucas, qué bonito nombre, tuve un perro que se llamó así.
Ambos nos reímos, aunque tan chistoso no me pareció.
—Ahí viene su micro —me dice.
—Ah cresta, ya, nos vemos amigo Marcelo.
—Chao…
Me subo a la micro y me voy pensando en esa conversación, este niño no hablaba para nada flaite, se veía educado y después supe que quería estudiar tens, no podía creer que el loquito de las sopaipillas me hubiera metido conversa y que ligara así tan fácil, menos que fuera un hombre tan guapo; Dientes grandes, se veía un tatuaje asomado en el cuello; «Uffff…. Rico». Llegué a mi casa derecho a acostarme, ya en la cama, me puse a pensar en él y se me paró el pico, terminé dedicándole la paja del día; todos los días acaban con una pajita.
Al otro día, salí puntual a las 20.00 horas al paradero, casi corrí para no perder minutos, conversamos mientras comía y me regaló una tercera sopaipilla, yo dejé pasar una micro, así que cuando cerró me despedí. Ahora le pedí su número para escribirle, me lo dio y me fui a casa. Llegué a casa y le escribí; que era Lucas del paradero; nos saludamos, hablamos, nos reímos; buenas noches. Estaba encantado con este tipo. Yo feo no estoy, tengo lo mío, soy guapito, blanquito, tengo 21 años; trabajo para el próximo año ponerme a estudiar; soy flaco y actualmente bueno para las sopaipillas. Por ahí abajo, tengo buena herramienta pero tengo mejor el culo, un buen culo que ha comido lo que ha querido; soy más bien versátil, por lo que depende de cómo se den las cosas es lo que ocupo. Decidí ir un poco más allá esa noche y le escribí
Lucas:
“oye, nos mandamos fotos?”
Marcelo:
“fotos de que? De nosotros?”
Lucas:
“de lo que quieras, le escribí.”
Minutos después me manda una foto acostado en su cama, tapado, con un poleron con gorro.
Lucas:
“No duermo tan abrigado” le adjunto una foto similar, pero en polera
Marcelo
“soy friolento”
Le envío una foto mostrando las piernas, desde la rodilla hasta los pies.
Marcelo:
“bonitos pies. Ahí van los míos”
Abro la foto y está estaba tomada desde arriba, dejando ver su ropa interior hasta los pies. Se veía un buen bulto, podría decir que ya duro. Quedé sorprendido. Le respondo:
Lucas:
“y esa foto? Venía con un bonus? Bonitos pies también!!! Pero se ve una montaña antes”
Marcelo:
“es que me dio calor, me responde”
«Ufffff…» supiera el calor que tengo ahora; me saco la polera y tomo una foto desde mi cuello hacia abajo. Presiono el botón “enviar”.
Marcelo:
“wow…. Buen cuerpo. Se ve bien más hacia el sur. Hay mucha niebla si. Tal vez se ve mejor cuando se despeje.”
Entendí su indirecta.
Lucas
“y por allá está despejado o nublado?”
Me llega la imagen y la abro, era una foto de él, desnudo hacia abajo, pero le puso un emoji de berenjena a la zona en cuestión. Siento que mi pico se empieza a parar. Comienzo a pajearme a ratos, me tomo una foto sin nada, con mi pico a su vista y le doy a enviar. Me llega la misma imagen, esta vez sin berenjena, era guapísimo ese miembro; tenía un pico no tan peludo, se ve largo pero dormido, de color clarito, me dieron unas ganas enorme de que las pantallas pudieran traspasarse y saltar encima de su cama y comer esa sopaipilla y que salga toda la mostaza o mejor aún, que me atreviese con el fierro mi sopaipilla y me llene de mostaza. Era hermoso ese pico.
Lucas:
“francamente, no he visto nada más hermoso que esa imagen. Y eso que aún duerme”
Marcelo:
“en estos momentos no 🫢”
Le dije que mejor hiciéramos una videollamada y me dijo que no podía. Quedé con todas las ganas de verlo así aunque sea en llamada.
Marcelo:
“Mañana no voy a estar en el carro. Va a ir mi papá, si quieres nos juntamos y damos esa vuelta. Te parece??”
Todoooo caliente y casi desesperado por que avanzara el día, le digo que sí, acordamos encontrarnos a las 18.30 horas, ya que los viernes salgo más temprano.
Llegado el horario, salgo corriendo y me voy al paradero, lo encuentro ahí, esperándome. Nos saludamos y comenzamos a caminar en dirección al otro lado de las micros, ese sector se caracteriza por tener varias empresas tipo bodegas, por lo que hay espacio de sobra para hacer cochinadas. Yo pensé que íbamos directo a eso, pero en cambio, hizo parar un taxi y me llevó a un sector de pubs por San Pablo, nos tomamos unas cervezas, hablamos tanto que parecía que nos hubiéramos conocido desde siempre; me tenía loco este mino, completamente caliente, no podía dejar de imaginar ese pico que vi anoche y quería sentirlo en mi; además vestido como andaba, estaba mino, mino, mino. Con un pantalón negro recto, una camisa blanca y un abrigo negro, tiene el pelo largo arriba y lo peina hacia el lado, tenía un exquisito perfume y sus manos se notaban bien cuidadas, además se asomaban esas líneas de un tatuaje por el cuello que me tenía loco.
—¿De qué es ese tatuaje que se ve en el cuello? —le pregunto muy, pero, muy curioso.
—Es un tatuaje bien grande que tengo, parte en el brazo y tiene líneas hacia el pecho y la espalda. Me tapa una cicatriz de una quemadura leve que tuve cuando chico.
—Aps. Se ve bonito. Me dan ganas de verlo completo.
—Si quieres podemos ir a otro lado, para que lo veas.
Al escuchar eso mi hoyo estaba dispuesto a ser sacrificado esa noche, se empezó lentamente a abrir, de la pura emoción creo que dilaté; es que si lo vieran, si escucharan su voz, si lo olieran «uffff….», estarían haciendo fila para estar a su lado. Bueno, la cosa es que nos paramos de ahí y nos fuimos a un motel que hay por otro lado. Llegamos al motel, ingresamos a la habitación y nos empezamos a besar; besaba no muy bien, babeaba mucho y me tenía que secar, pero filo, con lo que ya estaba tocando, que besara ahí no más era lo menor. El beso se fue arreglando a medida que también fui educando el beso, así que terminó siendo un beso que estimuló y calentó «10/10»
Las caricias fueron grandiosas, sabía tocar con suavidad y rudeza a la vez; no sé cómo explicarlo; me abrazaba y me apretaba, pero me acariciaba con suavidad y dulzura. Lentamente nos fuimos despojando de la ropa y pude ver su tatuaje, era realmente lindo. Se veía muy varonil así. Pasé mis manos por su pecho, tenía los pectorales firmes y grandes, el mide como 1.80 así que estábamos del mismo porte. Nos seguimos sacando la ropa y quedamos en pelotas. Su pico era majestuoso, grande, no muy grueso, pero limpio,con pocos pelos; tenía un exquisito sabor. Comencé a lamer la piel y la movía con la mano de rodillas ante él, pude saborear aquello que solo había visto en fotos anoche. Su pico estaba caliente, lo fui besando hasta llegar a la punta, me lo pongo en la boca y siento aquel sabor a precum que empieza a lubricar; chupo con ganas, no quiero que se acabe. Él me levanta y me sube a la cama, se acuesta encima de mí y comienza a besar mi cuerpo, me da besos en el cuello, en las tetillas, las chupa y las muerde lentamente. Saca la lengua y comienza a bajar por mi abdomen, llegando a mi pico, lo toma y lo mira; estaba full parado, duro y mojado; lo lame y queda con los hilos de semen en la boca. «Ayyyy ctm, que se ve rico este weón». Con un brazo apoyado en la cama y la otra mano en mí pichula, se lo lleva a la boca y comienza a darme “LA MEJOR MAMADA DE MI VIDA”. «Oh por Dios, que rico…». Lame harto rato y luego sigue bajando en dirección a mi culo, me separa las piernas y siento su lengua que intenta abrirse paso; no puede acceder y levanta mis piernas dejándome totalmente expuesto a él; con la cadera levantada en el aire y yo con las piernas abiertas, en esa posición comienza a darme el mejor beso negro que me han dado en mi vida, “EL MEJOR”. Metía la lengua, besaba, abría con los dedos, seguía con la lengua. Yo respiraba entrecortado, gemía, me agarraba de la cama, apretaba la sábana.
Me baja y vuelve abrir las piernas y lo trata de meter, hace presión varias veces pero no lo hace, logra meter la punta en varias ocasiones, es como un juego que inventó y que provocó que le rogara que lo hiciera.
—¡¡¡Ayyy…. Por fa!!! ¡Mételo….! ¡Mételo…!
Siguió haciendo lo mismo unas 5 veces más, yo lo único que quería es que lo metiera entero y sentirlo dentro de mi. Se pone el condón y por fin lo hace, sentí un placer inmenso, algo sin igual, me llenó completamente. Con sus manos en mis piernas empezó a provocar la estimulación de mi próstatas con las metidas que me daba, sentía que iba a acabar pronto; me contuve, logré disminuir el deseo y comencé a disfrutar un poco más. Él de rodillas frente a mí, con su pelo encima, con ese pecho firme, tomando mis piernas y abriéndolas cada vez más, mirándome a la cara y hablándome
—Eres hermoso. Oh por Dios que lindo eres. Que guapo te ves así. Oh que rico.
De pronto dice que no puede más, que se va dentro mío; siento su pene palpitar en mi interior. Lamentablemente estaba el condón, por qué si no, me hubiera llenado el culo de ese manjar. Cae encima de mí y me comienza a besar, lo saca lentamente y me comienza a pajear. No se demoró nada en hacerme llegar a ese clímax que venía reteniendo hace rato y saltan mis chorros de semen encima mío. Él lo esparce en mi pecho con la mano y me da un beso en el pico, quedando sus labios con semen, lo saborea y se lo limpia con la lengua. Se recuesta al lado mío, mientras trato de recobrar la respiración, me doy vuelta, lo abrazo y comienzo a besarlo.
No puedo creer que lo haya hecho con semejante monumento de hombre, qué hermoso que es.
—Eres realmente hermoso —le digo.
—tú también. Me atraes hace mucho tiempo.
—Y… ¿por qué nunca me hablaste?
—No me pescabas pos.
—Bueno, pero ahora estamos acá —lo beso, lo beso y lo rebeso
Pasamos la noche en el motel, lo hicimos dos veces más; dormimos; antes de irnos, nos duchamos y lo hicimos de nuevo en la ducha.
Revisado por Stoler
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