Santo pecado – Parte I
Hola a todos, quisiera mencionar que es la primera vez que escribo.
Ténganme paciencia.
Me llamo Marcelo, actualmente tengo 45 años. Soy moreno, alto, tengo pancita propia de la edad, esa que ya cuesta bajar. Tengo un pene normal, unos 16 cms. Y la verdad, no me considero para nada un tipo atractivo…. Soy más bien, un hombre normal.
Toda esta historia comenzó cuando yo tenía 21 años, estaba cursando la carrera de enfermería y trabajaba como voluntario en un hogar los sábados.
A ese hogar, que atendía a niños abandonados en hospitales por sus madres, con un grupo de amigos íbamos todos los sábados a ayudar. Hacíamos de todo, desde la limpieza del lugar hasta las labores de estimulación y acompañar y jugar con los niños.
Un sábado cualquiera, llegó un grupo de adolescentes de una parroquia. Venían con un curita que los acompañaba. Nosotros ya llevábamos tiempo en el hogar así que les dimos la bienvenida y algunas indicaciones. Ellos hicieron algunos juegos y llevaban regalos. Durante la tarde, el curita se acercó a conversar con nosotros, estábamos dos compañeros y yo. Nos hablaba de la labor que hacíamos, nos preguntaba cosas del hogar, que cuánto tiempo llevábamos yendo, cosas así.
Yo noté que el curita era muy joven para ser curita y además no se vestía como los curitas que yo conocía de mi colegio, no usaba sotana ni camisa de cura, lo cual llamó mi atención. Cabe mencionar, que yo no soy gay, nunca tuve un pensamiento intrusivo que cuestionara mi sexualidad, completamente hetero pero sin pareja.
Conversamos un rato ese día con el curita, él nos dijo que se llamaba Sebastián. Al finalizar la jornada se fueron y pensamos que no lo veríamos de nuevo. El siguiente sábado, ahí estaba, ahora con un grupo más pequeño, eran 5 cabros que habían ido. Nuevamente conversamos. Cosas del voluntariado. El se acercó a mí en una cuna y comenzamos a preguntarnos cosas más personales, edad, que hacía, donde vivía, cosas así, yo igual hice preguntas y me contó que aún no era sacerdote, que era seminarista y estaba en su año pastoral, que es como su año de práctica, donde se va a vivir a una parroquia y es como si ya fuera cura. Sebastián, era alto, como una cabeza más grande que yo, blanco, pelo rubio, con cara de cuico, aspecto de cuico, olor a cuico, con labia de cuico, pero contradictoriamente, sencillo y humilde. Me contó que era de Las Condes pero actualmente estaba viviendo en Maipú.
Bueno, ese día, me pidió mi teléfono para contactarme y ponernos de acuerdo para los siguientes sábados. Esa semana, me llamó un día a mediados de semana, yo estaba en recreo entre clases y le contesto:
– Alo?
– Hola, este es el número de Marcelo?
– Si, con quien hablo??
– Holaaaaaa, hablas con Sebastián, el seminarista que va al hogar, cómo estás??!
– Ah!!! Hola!!! – dije sorprendido y confundido por la llamada – dime, justo estoy en un recreo en la U ¿En qué te puedo ayudar?
– Te llamaba para que nos pusiéramos de acuerdo en la actividad que haremos el sábado en el hogar ¿Te parece si nos juntamos? Ando cerca de tu universidad, tengo un ramo en tal facultad.
– Mira, estudiamos donde mismo.
– En serio??!! Yaaa…. Que buena!!! Juntémonos??!
– Puedo desde las 16.00 horas – le comento.
– Súper!!!! Nos juntamos en tal patio??
– Ya, nos vemos!!!!
– Chau!!!
– Chao – le respondo.
Fui a clases y a eso de las 16.00 estaba sentado en el patio en cuestión cuando él aparece. Venía vestido con una polera suelta, con jeans negros y unas zapatillas converse. Jamás me hubiera imaginado que era casi cura. Andaba con una mochila y dos libros en la mano, como cualquier estudiante de esa U. Nos saludamos y nos sentamos a conversar. La verdad es que hablamos de todo menos de la actividad del sábado, me contaba de su vida, que tenía 23 años, de lo que le gusta y apasiona y yo de la mía. Nos tomamos como tres cafés y comimos algo en la cafetería. Cerca de las 19.00 horas nos paramos y nos fuimos. Tomamos el metro, me bajé en la estación que haría combinación y él siguió. Esa noche, llegué a mi casa y solo podía pensar en él, en cómo era, en su personalidad, en lo misterioso que era este hombre. El sábado, nos vimos en el hogar, me dio un abrazo y pude sentirlo más cerca. Mientras me abrazaba me dice:
– ¡Qué rico perfume usas! ¿Cuál es?
Le comentó cuál era.
– Me iré con tu olor hoy, agrega.
A mí eso me pareció raro.
Pero no le di más importancia.
Al otro día, el domingo, me llama en la tarde y me dice que está libre, si acaso puede salir para que demos una vuelta. Le pregunto dónde está y acordamos encontrarnos en el mall de esa comuna. Andaba vestido totalmente diferente, más destartalado que cuando lo vi en la U. Me pareció hasta bonito verlo así. Le pregunté si acaso no tenía cosas que hacer de curita, que lo veía tan despreocupado, me comentó que no, que tenía el domingo y el lunes libre. Me dijo que fuéramos a ver una película. Fuimos al cine y al salir fuimos a comer algo. Ya era de noche y le preguntó por su destino, a lo que me responde que estaba pensando ir a la casa de sus papás, pero que no tenía ganas. Que se sentía muy cómodo conmigo y tenía ganas de pasar tiempo conmigo. Yo abiertamente le pregunté si era gay. Me dice:
– Eso sería un problema para ti??!
– No, para nada. Soy de mente muy abierta pero me parece raro que estemos haciendo todo esto y siendo tú quien eres.
– Soy una persona – me contesta.
– Si, pero una persona que quiere ser curita.
– Acaso una persona como yo no puede sentir atracción hacia alguien?? Aunque sea del mismo sexo??!
Sentí que mi cuerpo estaba reaccionando a esa declaración, sentí que mi pene estaba erecto, lo cual me incomodó y me cuestionó en el momento… “qué me pasa??” me pregunté varias veces mientras conversábamos. Yo ya venía sintiendo que algo me pasaba con Sebastián. Pensaba en él en mis tiempos libres, en la U, hasta en mi casa!!! En las noches, anhelaba que llegara el sábado para verlo y más aún, me sentía feliz cuando me llamaba “seré gay???” me pregunté!!!
En ese momento no tenía polola. La U me consumía y pronto comenzaría mi internado. Así que tenía poco tiempo para otra cosa que no fuera estudiar. Vivía solo en mi departamento, mis papás me pagaban el arriendo y hasta el año pasado tenía un compañero de departamento, pero había dejado la carrera y se fue!!!
Pensé incluso invitarlo a mi casa. Por lo que decía, percibía que eso quería, que quería estar conmigo.
Pensé:
“Ya wn… la vida es una… y hay que vivirla. Comete errores y aprende. Lo peor que puede pasar acá, es que me de cuenta de que no soy gay y solo sea una experiencia como la que viven muchas personas.”
Así que seguí en la conversación.
Al cabo de un rato avisan que cerrarán el mall y comenzamos a irnos.
Le digo:
– Ya Sebastián, gracias por esta tarde, estuvo entretenida la película y la comida, sobre todo la conversa y la compañía. Yo vivo cerca así que caminaré desde aquí
Me acerco a despedirme y me da un beso en la boca. Me toma la cara con las manos y siento que me falta el aire. No me corrí, tampoco me moví. Me quedé quieto, con los ojos abiertos, viendo como me besaba. Ese hermoso rostro estaba con los ojos cerrados y dándome un beso.
Le respondí levemente el beso. Me alejo y le digo:
– Qué es esto??
– Un beso!!!
– Si, pero por qué??
– Me gustas!!!
– Pero tú….
– Pero yo qué???
Luego agrega:
– ¿Te encamino hacia tu casa?
Pensé que lo mejor era conversar y salir de ahí. Había mucha gente y alguien podía verme. Le dije que bueno y caminamos hacia el edificio. En el camino, hablamos de lo que sucedió. Me dijo que llevaba días con ganas de besarme. Me pregunto si me había molestado, le respondo que no. Que a mí me pasaba algo curioso con él. Nunca había sentido atracción por un hombre. El me dijo que tampoco, que era su primer beso. Llegamos al edificio y le pregunté si quiere subir, que vivo solo y podríamos conversar más tranquilos. Me dice que bueno.
Llegamos a mi departamento, nos sentamos en el futón y comenzamos a hablar. Puse algo de música desde la radio y le serví un jugo. Nos miramos fijamente por unos minutos y nos comenzamos a besar. Este beso fue respondido por mi, me besaba algo torpe, no sabía ocupar bien los labios y la lengua, pero lo hacía románticamente, como con delicadeza. Confieso que su beso me gustó. El me dijo que besaba muy bien.
Nos quedamos ahí, en el sillón, me dio la mano y comenzamos a hacernos cariño. Mi cuerpo se sentía confundido por esta nueva sensación. El cuerpo de un hombre, además extremadamente guapo. Era tan rubio y blanco, con unos ojos azules tan profundos que me perdía en su mirada. De pronto veo la hora y era medianoche.
Le digo que es tarde y me dice si se puede quedar conmigo. Tengo una cama solamente, la otra pieza está vacía. Si quieres puedes llevarte el sofá a la pieza o….
– Prefiero la otra opción – me dice.
– Dormir conmigo?
– Te molesta??
– No, para nada.
Había dormido con amigos así que no era algo nuevo, pero pensaba en que precisamente no íbamos a dormir y no sabía cómo hacer nada de lo que podríamos hacer. Me puse muy nervioso y le contesté que bueno. Fuimos a mi pieza, yo tenía una cama de plaza y media. Nos sacamos la ropa, yo quedé en bóxer y polera, él también. Nos metimos a la cama ambos de espaldas mirando el techo.
De pronto él se da vuelta y comienza besarme, este beso fue diferente, nos acomodamos, pude sentir su cuerpo apoyado en el mío, sus manos comenzaron a recorrer mi pecho, mi cara, mi pelo; mis manos hicieron lo mismo, toqué su cuello su pecho, se sentía un abdomen plano, firme. Llegué hasta su cintura, él suspiró. Me comienza a tocar por debajo de la polera, tenía las manos heladas, de nervio creo, pues yo estaba igual, tiritábamos incluso.
Me saque la polera, él hace lo mismo y nos abrazamos. Él se sube encima mío y por primera vez pude sentir su pene encima del mío. Se sentía duro, un bulto grande, me aplastaba el pene en mi pene. El mío también estaba erecto. Mientras nos seguíamos besando la cara, el cuello, las orejas, sus manos en mi cuerpo, las mías en el suyo, su espalda, su cabello. Sus gemidos. La presión que hacía sobre mi pene.
Nos damos vuelta y ahora yo me siento encima de él, comienzo a besarlo alocadamente, él solo respondía mis besos y movía su pelvis, como punteando mi trasero, dando a entender lo que quería. Comencé a besar su pecho, besé sus pezones, tenía un pecho lampiño pero en los pezones tenía unos pelos. Lo beso y me acomodo para ir bajando. Alguna porno que vi cuando adolescente vino a mi recuerdo y sabía que hacer, aunque nunca lo había hecho con un hombre, pero ya lo había hecho con mujeres. Pensé en eso y seguí bajando. Sebastián gemía y suspiraba, yo llegué a su bulto. Olía a día… Tenía olor a pene, a algo de sudor, pero ese olor me encendió aún más. Comencé a besar su pene por encima del boxer, se sentía húmedo y palpitaba. Lo miro y con una mano sacó mi premio. Un pene grande, rosado, con hasta piel, con mucho pelo y unas bolas largas y rosadas. Su pene estaba mojado, muy mojado, es como si hubiera eyaculado. Deslizó la piel hacia atrás lentamente y dejó ver ese pene, unas gotas de líquido seminal salen de él y me lo llevo a la boca.
Su sabor no fue de todo mi agrado inicialmente, pero a medida que iba lamiendo, me fue gustando más. Lamía lento, como con miedo, trataba de que no le doliera, sabía que no tenía que hacerlo con los dientes y cuidé eso.
Él gemía increíblemente de placer, se acomodó y se sacó el bóxer completo.
Sebastián estaba completamente desnudo en mi cama y yo, lamiendo su pene. Empecé a follarme la boca solo, me movía rápido y eso hacía que él gimiera más fuerte. Luego, bajé por su pene, me dirigí a sus testículos, los cuales lamo también, ,mientras mi mano seguía masturbándolo.
Luego, retome el pene y me dice que pare, pues va a eyacular. Yo no hice caso, eso estaba rico y no lo iba a desperdiciar. De pronto me llenó la boca de semen, el cual escupí, pues me dio asco. El pasó su mano sobre su semen y lo esparció en su cuerpo. Yo lo miré y le pregunté si le gustó, el me dice que sí, pero que ahora me toca a mi. Me da un beso, sentados en la cama, me recuesta, baja por mi cuello y comienza a besarme el pecho. Mi pecho no es peludo, tampoco lampiño, era bien delgado en esa época, así que sigue bajando por mi pecho y llega de inmediato a mi bóxer, me lo saca por completo y comienza a masturbarme con una mano. Mi pene también estaba mojado, muy mojado por lo que fue rico sentir que una mano me masturbara con tanta lubricación.
Luego, abre su boca y comienza a lamer. Chupa con dificultad, hace asco varias veces, pero después de un rato de lamer con harta lengua, empieza a acostumbrarse, me lame los testículos y me masturba con una mano. Lame mi pene completo y luego lo mete a la boca de nuevo. Cuando empieza con los movimientos rápidos, siento que viene el orgasmo. Le aviso pero tampoco se quita, y lanzo todo dentro de su boca. Él lame y se relame los labios. Se tragó todo mi semen. Me dice que está exquisito!!! Que tenía un buen sabor.
El sube dándome besos por el pecho y me empieza a besar la boca. Sus besos tenían sabor a pene, a mi pene y a mi semen. Fue un beso rico, diferente pero rico. Nos abrazamos y nos quedamos así. Conversamos de diferentes cosas y de pronto le digo que mejor durmamos, pues tengo clases en un rato más. Nos dimos otro beso e hicimos cucharita. El sobre mi. Así nos dormimos, sintiendo su pene en mi trasero. Con mi primera relación homosexual en curso.
Al día siguiente, me desperté sintiendo una erección en mi trasero, él estaba empujando su pene en mi. Yo, sin ver la hora, pero advirtiendo que no eran las seis de la mañana, me acomodo y empiezo a juguetear con él. De pronto, su pene logra entrar en mi ano, Sebastián lo deja tranquilo un momento y yo siento que se agita mi respiración. El empuja un poco más y yo muevo mi pierna un poco para facilitar el ingreso. Acomoda su brazo debajo de mi cuerpo y con el otro brazo toma mi cadera. Sus piernas se entrelazan con las mías y su cara se acerca a la mía. Nos damos un beso de lado y él empuja lentamente su pene en mi interior. Siento un profundo dolor mientras avanza, pero era un dolor que me indicaba que iba a pasar. Lentamente comienzo a moverme y el dolor da paso a una sensación de placer inigualable.
Mientras nos besamos, él me acaricia, yo con mi mano tomo su espalda y lo empujo más hacia mi, mientras nos acariciamos con los pies. El movimiento comienza a ser más rápido y su respiración también. Luego de unos minutos, Sebastián me dice que va a eyacular, le digo que siga no más. Cuatro o cinco empujones más y siento que su pene empieza a palpitar en mi interior. Yo sin tocarme empiezo a eyacular y mi eyaculación activa la presión de mi ano en su pene. El gime increíblemente en mi oído, lo que hace que sienta aún más placer. El me abraza y me besa con mucha pasión. deja su pene dentro de mi ano y siento que comienza a achicarse, por lo que sale solo y con él, sale el semen que Sebastián depositó en mí. Sentí un líquido tibio que corría por mi trasero. Me doy vuelta y lo beso. Me recuesto así de lado en su pecho y le digo:
– Creo que hoy no iré a la universidad.
– Yo tengo todo el día libre…. Puedo llegar mañana a mi casa – me indica.
Lo besé y nos quedamos unidos en un suspiro.
Revisado por: Tío Gerundio (anongrammarcheck@gmail.com)
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